lunes, febrero 21, 2011

Nota en Pág12 - Versos con salida al mar

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-20824-2011-02-19.html

Sábado, 19 de febrero de 2011
Presentación de la antología Hotel Quequén IV. Submarino



Versos con salida al mar

El libro reúne relatos, poemas y ensayos filosóficos sobre el mar y la playa de Susana Cella, Cristina Piña, Diego Di Vicenzo, Diego Bentivegna, Daniel Freidemberg y Mercedes Araujo, entre otros. Se presenta este fin de semana en Quequén.

Por Silvina Friera



Marina Serrano y Cecilia Romana, poetas y creadoras de la editorial Sigamos enamoradas.Una joven camina por una playa de la costa atlántica. Sortea sombrillas, sillitas, vendedores ambulantes, chicos hinchapelotas que lloran sin parar y piden cosas, carpitas colorinches y al bañero musculoso y bronceado, hasta que logra pisar el agüita de la orilla. “Qué sabia es la naturaleza que inventó el mar”, dice esta criatura imaginada por Carlos Bernatek en el primer texto de la antología Hotel Quequén IV. Submarino, publicado por Sigamos enamoradas, que reúne relatos, poemas y ensayos filosóficos sobre el mar y la playa de Susana Cella, Cristina Piña, Diego Di Vicenzo, Diego Bentivegna, Daniel Freidemberg, Mercedes Araujo, Marina Serrano, Enrique Butti, Cecilia Romana, Juan Bautista García Bazán y Elba Serafini. El libro se presentará este fin de semana en el balneario Monte Pasubio (Quequén), el mismo lugar donde se lanzó la editorial hace cinco años. Habrá lecturas y charlas literarias gratuitas –abiertas y al aire libre–, condimentadas, como corresponde, con cerveza bien fría, licuados, gaseosas y mate, ese combustible indispensable para aceitar la adorable liturgia que se celebra al escuchar la voz de los escritores sobre la eterna cadencia del mar.



Golpe a golpe, peleando en un campeonato de taekwondo. Así se conocieron Marina Serrano y Cecilia Romana, poetas y creadoras de Sigamos enamoradas. Hotel Quequén IV es el sueño cumplido de un puñado de amigos. “Un día estábamos con Marina en la plaza Pueyrredón, en la ciudad de Santa Fe, donde vivo, y se nos ocurrió darle continuidad al proyecto Quequén, que empezó en el 2006 con la antología de poetas argentinos –recuerda Romana–. Pero como esta vez las cosas habían cambiado, porque no teníamos mucha plata para hacer un evento enorme y además yo vivo lejos y todo se complica para organizar, decidimos armar un libro que tomara textos de amigos y que cada uno se ocupara de sus propias correcciones, para después juntarnos en la playa y leerlos. Queremos hacer una fiesta de la amistad, celebrándola con lecturas.”



La expedición de poetas, narradores y ensayistas buceará en el agua del mar, “la más pura y la más contaminada”, según Heráclito, como recuerda el delicioso texto de García Bazán. Tal vez entre lo acuoso y agradable de la experiencia playera encuentren algo más de sí mismos. Y regresen con las manos aquilatadas por esos pequeños hallazgos. Romana sugiere que se puede bosquejar un vínculo entre la Pampa, la Patagonia y la playa. “Quequén no es una playa cool, no es popular a la hora de elegir un destino para el verano –advierte–; de hecho, hay que explicar que queda al lado de Necochea para que la gente se ubique, pero esas playas que han sido la salida al mar del campo tienen un condimento muy interesante del resabio de la Conquista del Desierto, y hasta algo solitario de pampa olvidada, justamente por no ser un destino popular ni de moda para las vacaciones. Pero no hay que olvidar que Quequén es uno de los puertos de ultramar más importantes del país”.



Los textos de la antología tejen una trama narrativa, histórica y poética. En “Una foto”, de Diego Di Vicenzo, el narrador recuerda un fin de semana en Villa Gesell con su ex pareja. “El mar se parece a esto que te cuento en vano. Va y viene; las olas suben y bajan, remueven y limpian”, dice. Susana Cella remata su poema “No mar, hoy” con tres versos en los que vibran un dolor ancestral: “Y ahora, mi hoy de agua extraviada de sal/ no es más que superficie torva donde bolsas de plástico/ navegan por oriente al pudridero común”. El comienzo de “La lengua de las islas”, de Cristina Piña, podría cifrar las coordenadas de un fructífero intercambio: “Se introduce en el lenguaje ajeno/ como un cuerpo que se arroja al mar:/ agua sin remanso ni piedad para el ahogado/ que, con gesto de impotencia,/ lucha en la garganta del deseo”.



La tarea de buscar parentescos entre textos tan diferentes como los incluidos en el libro resulta compleja. “Quizás ésa sea la mejor apuesta: la diversidad, como en una playa donde todos se juntan y se bañan en el mismo mar”, subraya Romana. “La reflexión que empuja el libro podría relacionarse con la posibilidad de aunar voluntades diferentes, de personalidades tan disímiles y maneras de escribir tan variadas, por una excusa común que es la de la lectura a orillas del mar. Y siempre con la idea madre de continuar la saga de Hotel Quequén, que empezó con poesía de nuestro país, siguió con relatos y después retomó la poesía, pero latinoamericana”, aclara.



Serrano –poeta, editora y kinesióloga fisiatra– juega de local. Nació en Quequén, en 1973. Antes de rumbear para sus pagos anticipa que organizarán un mínimo de lecturas formales. El resto del tiempo estará disponible para los debates “naturales”. “Las lecturas son bastante poco protocolares, simplemente ponemos los amplificadores apuntando a la playa, especialmente hacia donde se encuentre la mayor cantidad de gente, y los obligamos a escuchar. Muchos salen agradecidos de haber descubierto algo nuevo.” No hay temas pautados ni una hoja de ruta estipulada de antemano. “Estaremos en la playa, leeremos en bermudas, hablaremos de cosas queridas. Y lo que queremos, la mayoría de las veces, es literatura”, agrega Serrano, autora de Formación hospitalaria y La Diástasis de las Tibias Largas, que en la antología arremete con “Mimimoon”, un cuento que escribió en memoria de los marinos muertos en Quequén, el 9 de julio de 2004.



Hace tiempo que la poesía y la prosa se sumergen por las mismas aguas. “El diálogo es cada vez más patente –plantea Romana-. Lo interesante es percibir el centro de un texto, ya sea un relato o un poema, ver que el mar y la playa están dando vida a la palabra, y que no es necesario separar los géneros si la gracia, al final, está en leer ese centro marítimo que –circunstancialmente– aparece bajo la forma de una poesía, de una narración o de un ensayo.”

8 comentarios:

Romana dijo...

Fue un fin de semana precioso.
Gracias a Sigamos, Marinita especialmente, y ya vamos planeando el próximo.
Besos a todos (incluida Ana V.).

La Karen dijo...

Sinceramente,
me parece que ahí se armó mucha cosa linda. Muy mucha cosa linda,
para qué les voy a mentir.
Si te lo perdiste, como diría la filósofa Gilda, PERDISTE.
Se los quiere,
La Karen

Elba Serafini dijo...

Gracias Marina y Cecilia Romana,por el libro y por el encuentro,también gracias a las hermanas y a la madre de Marina por la hermosa casa, por el refugio, gracias a los amigos que acompañaron allá y acá, a los poetas y al mar siempre resonando.

Romana dijo...

Estuvo hermosoooooooooooooooooooooooooooooo

S.C. dijo...

Mar, Marina,
Romana, Roma
Arena amigos
abrazos, andares
Letras rodando bien
¡Bien!

Anónimo dijo...

Me dijeron que hubo lluvia y poesía, y las fotos, bellezas

El farmaceutico aceituno dijo...

Hubo de todo
como en botica

la viuda de Vergara dijo...

Me lo perdí