lunes, noviembre 30, 2009

En el orden de lo compartido

Por Diego Bentivegna

“El libro de los celos”, de Cecilia Romana. Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2009.
La primera pregunta que plantea “El libro de los celos”, poemario de Cecilia Romana que obtuvo el segundo premio del Premio Fondo Nacional de las Artes 2008 y que acaba de publicar Ediciones en Danza, es la pregunta acerca de las condiciones de la escritura o, mejor, acerca del surgimiento de lo poético. “No soy Frost, que de una manzana hace un poema”, dice uno de los versos del libro. Para Romana, escribir no es exactamente un modo de observación de uno mismo, de exploración interna de un yo (un trabajo, en fin, estrictamente lírico), ni tampoco un ejercicio de vaciamiento, de espera y de observación objetiva del mundo. Por el contrario, escribir parece ser un trabajo de elaboración de un sujeto, de transformación, de constitución de la palabra en relación con una experiencia.
Esa “experiencia” en “El libro de los celos”, tiene un doble rostro. Es, en principio, la convivencia matrimonial, de proyección de una comunidad amatoria, con sus tensiones y con sus conflictos, con sus convergencias y desequilibrios (“rogaba por / San Bailón, por la Cascia, por Tours, que / no se te escapara la palabra “montonero’ en / casa”). La pregunta por la escritura se configura, en este sentido, también como una pregunta acerca de la posibilidad de construir algo del orden de lo compartido: la pregunta, si se quiere, por la comunidad. No por la comunidad de los ausentes o la comunidad de muerte, la comunidad de la distancia expresada en los ecos sombríos de Tristán e Isolda que encontramos en la línea de los pensadores comunitaristas desde Georges Bataille hasta Maurice Blanchot o Jean-Luc Nancy, sino la pregunta por la comunidad de los presentes, la pregunta por el matrimonio, que supone la presencia corporal del otro. Que supone el amor, también, a un cuerpo.
El poemario es, a la vez, elaboración de la experiencia de la distancia. Hay como un aire de enrarecimiento que campea sobre estos poemas, un aire que se entrama con la extrañeza y con el surgimiento, en algún lugar, de lo cotidiano y, al mismo tiempo, de lo extraño. Como en un relato de Silvina Ocampo o en una película de Polanski, la casa es el lugar en que se vive pero que, en cierto punto, plantea algún tipo de distancia con respecto al habitar, algún resto inhabitable (“el inquilino anterior tocaba el piano eléctrico. / Instaló enchufes por todas partes. La mayoría funciona”). La pregunta es ahora: ¿hasta qué punto este lugar puede ser del todo habitado; hasta qué punto la escritura de estos poemas no es, precisamente, la escritura de un hiato entre el lugar cotidiano de la vida conyugal y el lugar ajeno, en algún punto hostil, de la vida?
Este hiato se escribe proyectando una forma. El verso de Cecilia Romana es, en este sentido, un verso cortado, un verso tensionado por el corte sintáctico brusco y por la distribución imprevisible de los silencios, como si la cesura, la distancia de la voz, el vacío en el que el verso respira, tendiera a desplazarse siempre un poco más adelante.
La respuesta formal de Romana es una respuesta irreductible a las líneas más difundidas de la poesía que se escribe en la Argentina en estos años. No es la respuesta fácilmente estridente, la respuesta que desconfía de las posibilidades de la métrica para pensar en un ritmo absolutamente intuitivo, manifiestamente disforme, como aparece en gran parte de la poesía de los 90 y en sus epígonos. No es tampoco la respuesta formalista, pura, anquilosada en un verso medido con escrúpulo, que pueda adoptar a veces los rasgos de la parodia de una tradición perdida. El verso de Cecilia Romana es un verso que busca su forma en la exploración de un aliento largo, en la exploración de una dimensión del decir poético que se apoya en cortes internos y que discurre en medidas algo más extensas, en versos de trece, de catorce y hasta de quince sílabas. Es, pues, un verso de largo aliento, con momentos de hexámetro latino (“La ventana de nuestro cuarto da a un patio interno”), el verso elegíaco de amor y de recuerdo, de distancia y ausencia.
La poesía de “El libro de los celos” no es ni lirismo concentrado ni objetivismo encandilado por la fuerza de lo real inexpresable que destruye los ojos, sino ascesis, conocimiento de sí, comunidad.

http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2009/11/28/arteyletras/ARTE-02.html

lunes, noviembre 16, 2009

Elba Serafini en el Mocca


Elba Serafini, Julia Magistratti, Verónica Viola Fischer y Charpentier, el sábado en el Mocca.



Oruga o mariposa
te quedás adentro o afuera.
Afuera está el mal, me advirtieron
pero no les hice caso
y desplegué las alas más buscadas
por los coleccionistas.


La primera vez que crucé el Río de la Plata
la embarcación
con asientos de madera
hacía su último viaje.
El sol blanqueaba el agua
al nivel de las ventanas
y una muchacha negra
me hablaba, entre pasajeros
con grandes bolsos.
El viaje transcurrió
asombrosamente plácido.
En el puerto transbordamos a un micro
y la geografía fue
una ruta eterna.
¿Cómo saber cuándo se llega
a un lugar desconocido?
El hotel recién pintado
con balcones celestes
como mi vestido
de los veinte años.

(Era diciembre y era el viento).


Dinamarca, Elba Serafini (sigamos enamoradas)

También pueden encontrar los libros de Elba Serafini en ETERNA CADENCIA.

martes, noviembre 03, 2009

el jabalí

PRESENTACION DE REVISTA EL JABALI


La revista ilustrada de Poesía El Jabalí viene ocupando, desde 1993, un lugar destacado en el ambiente a fuerza del respeto por la mejor tradición poética y una constante apertura no sólo hacia poetas poco conocidos o injustamente olvidados sino también hacia nuevas expresiones.
Desde hace más de quince años El Jabalí es editada ininterrumpidamente gracias al esfuerzo realizado por su creador Daniel Chirom, quien falleció en diciembre del año pasado habiendo dejado prácticamente listo el número 19 de la revista.
El Jabalí inaugura una nueva etapa de de la publicación bajo la supervisión del Consejo de Redacción --compuesto por Roberto Raschella, Delia Pasini y Juan Pablo Bertazza--, que intentará homenajear el destacado trabajo de Chirom de la manera que él mismo hubiera querido: realizándola

El número 19 de El Jabalí será presentado el jueves 5 de noviembre a las 19 hs en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini (Corrientes 1543), espacio Juan L. Ortiz, sala Laks, 3er piso.