Anoche soñé
que Gabriela Sabatini golpeaba a una chica
en un vestuario.
Miento, no la golpeaba
era un “como si”
sostener el cuerpo contra la pared,
tirar piñas a lo loco
y oír el ruido seco de su mano izquierda
rompiendo la cerámica
produjeran todo el espanto de lo real
que, en efecto, producían.
Con la víctima colgando del brazo y cara de obviedad
(porque para ella era más que obvio) dijo:
que Gabriela Sabatini golpeaba a una chica
en un vestuario.
Miento, no la golpeaba
era un “como si”
sostener el cuerpo contra la pared,
tirar piñas a lo loco
y oír el ruido seco de su mano izquierda
rompiendo la cerámica
produjeran todo el espanto de lo real
que, en efecto, producían.
Con la víctima colgando del brazo y cara de obviedad
(porque para ella era más que obvio) dijo:
Sabés cómo es el tema en los vestuarios.
Y claro, cómo iba a saber
que vengo de un pueblo con veinte casas,
dos calles de asfalto
y una cancha de futbol sin baños,
igual,
no es tan difícil comprender:
Había sido golpeada y quería desquitarse.
Ahora, que estoy despierta
o algo más lúcida -porque es cuestión de tiempo
deshacerse de la prolongada nausea visual-
me pregunto:
¿Comprendo a Gabriela Sabatini?
No, mentiría si dijera que alguna vez la vi
jugar un partido completo,
no la conozco,
sé
que solía sentir que nos parecíamos
que tenía la misma facilidad que yo
para perder, sí
por momentos sentí que nos parecíamos,
aunque fuera la exitosa y yo nada
o bueno, en realidad, pudo habernos unido
ese no querer más
o algún darse
por vencida.
Dicen
que es una de las mujeres más lindas del mundo
no sé, no la conozco
pero mi amiga, que la vio en el shopping,
cree que tiene una piel increíble
y no por eso dejamos de compartir algo:
un cuarto propio, Virginia Woolf, quizá
seguro, no tenemos la misma belleza
pero por momentos
de vez en cuando, siento que nos parecemos
en eso de parecer distintas
y en la torpeza.
Mi abuelo me decía: jugá al tenis, nena.
Y yo dale que no, que en lo mío iba a ser número uno,
pero cuánta razón tuvo:
una cosa es el tenis, y otra muy distinta
es no ser
nunca jamás de los jamases, Gabriela Sabatini.
Cómo no sentir
que nos conocemos -mejor dicho
que la conozco- desde siempre
si hasta podríamos haber vivido
en el mismo lugar, en el mismo momento
pero a una de las dos le tocó ser la hija del sodero
y no fue a ella, y eso no quita que sienta
que en esa incapacidad de ser feliz
nos parecemos, me pregunto
(y eso es una constante):
Y claro, cómo iba a saber
que vengo de un pueblo con veinte casas,
dos calles de asfalto
y una cancha de futbol sin baños,
igual,
no es tan difícil comprender:
Había sido golpeada y quería desquitarse.
Ahora, que estoy despierta
o algo más lúcida -porque es cuestión de tiempo
deshacerse de la prolongada nausea visual-
me pregunto:
¿Comprendo a Gabriela Sabatini?
No, mentiría si dijera que alguna vez la vi
jugar un partido completo,
no la conozco,
sé
que solía sentir que nos parecíamos
que tenía la misma facilidad que yo
para perder, sí
por momentos sentí que nos parecíamos,
aunque fuera la exitosa y yo nada
o bueno, en realidad, pudo habernos unido
ese no querer más
o algún darse
por vencida.
Dicen
que es una de las mujeres más lindas del mundo
no sé, no la conozco
pero mi amiga, que la vio en el shopping,
cree que tiene una piel increíble
y no por eso dejamos de compartir algo:
un cuarto propio, Virginia Woolf, quizá
seguro, no tenemos la misma belleza
pero por momentos
de vez en cuando, siento que nos parecemos
en eso de parecer distintas
y en la torpeza.
Mi abuelo me decía: jugá al tenis, nena.
Y yo dale que no, que en lo mío iba a ser número uno,
pero cuánta razón tuvo:
una cosa es el tenis, y otra muy distinta
es no ser
nunca jamás de los jamases, Gabriela Sabatini.
Cómo no sentir
que nos conocemos -mejor dicho
que la conozco- desde siempre
si hasta podríamos haber vivido
en el mismo lugar, en el mismo momento
pero a una de las dos le tocó ser la hija del sodero
y no fue a ella, y eso no quita que sienta
que en esa incapacidad de ser feliz
nos parecemos, me pregunto
(y eso es una constante):
por qué se levanta cada mañana Gabriela Sabatini
qué se dice al espejo, qué espera del día, de los años
qué siente cuando la tratan como a una modelo,
empresaria, muerta, muerto
ese algo grande,
que pasó, y fue grande, grandioso
pero pasó
¿pensará en el amor? ¿Tendrá un amor?
Porque si lo tiene, entonces sí:
¿qué pensará cada mañana Gabriela Sabatini?
Digo, siento
que nos parecemos, y es una locura
pensar que hay algo de ella en mí,
ella la tan linda mujer de talento con dientes blancos,
dulzura, carisma, éxito, secretaria,
bueno, puedo tener secretaria pero
me rompería bastante las pelotas
que se metan en mi vida
y no puedo evitar
este largo ponerme triste cuando pienso en ella
porque por alguna razón, aunque sea una razón encarnada,
creo que nos parecemos
y yo soy tan visceralmente triste,
sola
metida para adentro
fue justo anoche,
soñé que Gabriela Sabatini me regalaba unas pastillas Halls,
y al despertar era su cumpleaños,
podría no ser
otoño y que hubiera una desconocida
hablando por un juguete
hecho de latas e hilo choricero,
podría no ser
pero gracias a Dios y a todos los santos,
entreverados hasta el tuétano,
Gabriela Sabatini nace otra vez.
(Alazán Tostado, antes muerto que cansado)
Marina Serrano
7 comentarios:
Qué divina sos, nena. Lo que escribís...Y yo a vos tampoco te conozco. Beso!
Se agradece de corazón.
Qué lindo, Marinita!
Que lindo es imaginar, sentir, pensar y vivir, y lo mejor es vivir enamorada, de algo, de alguien de todo y de quien no se puede ser, Bonito día... estuvo padrísimo! Besos desde México!!!
Excelente poema y mucho mejor poder escucharlo recitado por vos. Ayer estuve en el MOCA, muy buena la lectura! Besos, Lau
¡Vamos las tortas!
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