No se me ocurre otra cosa que pueda incentivarme. Y sí, por alguna razón, una cae en la pena con mayor facilidad que en la laguna de Chascomús. Entonces, como alguna vez tejí la bufanda verde, roja, azul y amarilla, ahora enramo el poema de Javier Foguet (Tucumán, 1977) con el recuerdo del malversador de aire -cuya foto se resiste a subir al blog- ¿Existen dos cosas más bellas que puedan juntarse?
Los noques
Qué fácilmente caminas y te has recostado
sobre la única, tendida piedra del río
a mirar los cangrejos.
Lo mismo hicimos hace algunos años.
La crueldad de esta belleza es idéntica para mí
salvo por la nueva familiaridad
de la piedra y tu cuerpo
que me reconforta.
Qué fácilmente caminas y te has recostado
sobre la única, tendida piedra del río
a mirar los cangrejos.
Lo mismo hicimos hace algunos años.
La crueldad de esta belleza es idéntica para mí
salvo por la nueva familiaridad
de la piedra y tu cuerpo
que me reconforta.
8 comentarios:
¿Qué hace el tipo con el aire?
Me gusta ese tono apocado del poema. Lo dije cuando hablé de Hotel Quequèn. Ricordi, Roma...?
Si bene ricordo, e stato un pensiero molto in gamba. Tante grazie amico.
¿Quieren que traduzca?
No gracias, ya tenemos traductor
¡que lo muestre que lo muestre!!
Es a mí? Otra vez?
Sí, señor, a usted ¡¡¡que lo muestre!!!, perdón, quiero decir ¡¡¡que lo lea!!!
¡¡¡Que traduzca!!!
Cara Romana: Gracias por todos estos poemas que nos compartís. Habernos traído, por ejemplo, a Esquinca, es un regalo que hay que agradecer.
Te abraza
Ema
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