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Por Cecilia Romana
Para Diario El Litoral
“No vienen avispas”, de Luis Thonis. Leviatán, Buenos Aires, 2012.
Lo dice Thonis: “La criatura pensativa / se asienta en la promesa / un brillo albo se anuncia...”. Y con esas palabras, el lector se adentra en un mundo de convocatorias, de palabras que dicen la mitad de lo que deberían decir, con el objetivo claro de que el resto nazca en el acto mismo de leer, si es que nace.
No vienen avispas se puede acometer de distintas formas: o para seguir el hilo de unas cuantas historias que moran en su interior o para dejarse llevar libre por la novedad de sus versos. Thonis lo sabe y hace de eso el punto donde pueda pivotear la lectura más espontánea que es siempre la que más lo favorece.
Dueño de una rareza delicada al escribir, combina con soltura temas que rozan lo religioso, la actualidad, la relación del hombre con la naturaleza, el vínculo de la vida presente con la de los antepasados, la belleza desarrollada en formas distintas. La muerte, tal vez, vista como una de esas maneras:
“Uno de mis hijos murió / su belleza era asombrosa / renuncié a expresar mi dolor / un viento de muerte / desraizó el ciprés / no me asombraron sus pálidas hojas / sino que todavía / hubiera rosas en el mundo”.
Luis Thonis, que además de poeta es ensayista y narrador, nació en Buenos Aires, en 1949. Comenzó a publicar sus poemas en la década del 80 y formó parte de los consejos de redacción de varias revistas literarias. Conocido por su tono irreverente, en No vienen avispas desarrolla una búsqueda a través de polos: padre-hija, vida-muerte, esterilidad-fertilidad. En un escenario orientalizado, las referencias geográficas y las figuras maravillosas se hacen presentes con cierta insistencia: “En un campo de Roma una madre / amamantaba a su hijo / la muchacha era hábil / en el arte de trenzar flores...”.
Utilizando los favores de una estructura que por momentos se vuelve circular, las repeticiones refuerzan ideas en el libro de Thonis y consiguen establecer una suerte de ambiente amable, donde no es difícil adentrarse. Sin embargo, la polaridad que se remarca constantemente, enrarece por momentos la escritura, haciéndola menos penetrable.
“Entierra todos tus libros / dijo el sabio / Dios cerró las puertas del cielo / en Alejandría / el león no se come / los restos del perro / después de la muerte del califa / el tigre atravesará Vagad / de todos los árboles / el ciprés es el más libre / y el más estéril”. Los últimos versos del poema encierran, quizás, el espíritu general de No vienen avispas: la libertad de lo estéril es esperanza de un amanecer nuevo, más creativo, desligado de lo anterior, mejor que el de días pasados. Un despertar albo, lleno de brillo, aunque tenga como raíz una carencia.
La poesía de Thonis no se inscribe necesariamente en ninguna corriente actual. Y su lejanía es, tal vez, la mejor excusa para acometerla. Un poco de aire libre. Con eso también se la podría comparar.