jueves, abril 17, 2008

Homenaje a César Vallejo

Ayer, 16 de abril de 2008 a las 19 horas en la Sala Borges de la Biblioteca Nacional, se llevó a cabo el “Homenaje a César Vallejo” con motivo del 70 aniversario de su muerte.
La Embajada del Perú hizo brillar una vez más a su poeta. En las voces de Susana Cella, José Zapata y Horacio Salas, distintos aspectos de su vida fueron reeditados. Poemas, ya clásicos, fueron recitados por Onofre Lovero y musicalizados por Lilofee Bittrich y Sergio García. Un lujo.

Ana Teresa Lecaros, Embajada del Perú.

José Zapata y Susana Cella.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que cada uno escriba los endecasílabos que quiera (o los de cualquier medida)de Vallejo que lleva consigo por la vida. A mí se me vienen algunos:

"Hay golpes en la vida tan fuertes, yo no sé; golpes como del odio de Dios, como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma..."

"COmo un hospitalario es bueno y triste/ mustia un dulce desdén de enamorado;/ debe dolerle mucho el corazón"

"...Al final de la batalla, / y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre / y le dijo: “No mueras; te amo tanto! Pero el cadáver, ay, siguió muriendo".

"Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa,
donde nos haces una falta sin fondo.
Me acuerdo que jugábamos a esta hora, y que
mamá
nos acariciaba: "Pero hijos..."

"Me moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo. Me moriré en París y no me corro tal vez un jueves, como es hoy, de otoño".

Y este final, si me permiten, que reproduzco íntegramente:

"He almorzado solo ahora, y no he tenido
madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua,
ni padre que, en el facundo ofertorio
de los choclos, pregunte para su tardanza
de imagen, por los broches mayores del sonido.

Cómo iba yo a almorzar. Cómo me iba a servir
de tales platos distantes esas cosas,
cuando habráse quebrado el propio hogar,
cuando no asoma ni madre a los labios.
Cómo iba yo a almorzar nonada.

A la mesa de un buen amigo he almorzado
con su padre recién llegado del mundo,
con sus canas tías que hablan
en tordillo retinte de porcelana,
bisbiseando por todos sus viudos alvéolos;
y con cubiertos francos de alegres tiroriros,
porque estánse en su casa. Así, ¡qué gracia!
Y me han dolido los cuchillos
de esta mesa en todo el paladar.

El yantar de estas mesas así, en que se prueba
amor ajeno en vez del propio amor,
torna tierra el brocado que no brinda la
MADRE,
hace golpe la dura deglución; el dulce,
hiel; aceite funéreo, el café.

Cuando ya se ha quebrado el propio hogar,
y el sírvete materno no sale de la
tumba,
la cocina a oscuras, la miseria de amor.

VALLEJO CORAZÓN! Les juro que todo esto lo reproduje de memoria. Creo que durante un año lo tuve como Biblia en la mesita de luz. Leía y releía y volvía a leer... y se me fueron quedando.
Gracias por hacernos acrodar de César.
DDV

Anónimo dijo...

Pues anónimo, creo totalmente que vallejo y la memoria tienen un lazo profundo probablemente anudado en la verdad. El primer poema que aprendí en castellano, fue los heraldos negros y no puedo dejar de recordarlo cuando algo terrible sucede. Los poemas de Vallejo hacen justicia a los sentimientos o los hechos de donde vienen.
Daniela